El Partenón

EL PARTENÓN






El momento de máximo esplendor ateniense se inicia con Pericles, tras la guerra con Persia, quien a poco de ser elegido como primer magistrado encarga a Fidias la dirección de las obras necesarias para la reconstrucción de la Acrópolis. Ello tuvo como objetivo simbolizar la victoria de Grecia sobre la barbarie y del nuevo predominio de Atenas sobre la Hélade, financiando su proyecto con el tesoro de la Liga Délica, es decir, del dinero aportado para la guerra por las ciudades que se encontraban aisladas. 

Desde el Neolítico la Acrópolis ateniense había servido de refugio y fortaleza natural para el asentamiento de la población. La misma estaba situada en una colina rocosa, en el sur del país. Durante siglos, sucesivos templos fueron levantándose sobre ella, aunque muchos fueron destruidos en épocas de guerra. Los orígenes de esta ciudad hunden sus raíces en forma tan profunda en la tradición griega y su vinculación con antiguas leyendas sobre su fundación.

Fidias, un gran escultor, fue el encargado designado por Pericles de la supervisión y dirección de las obras de reconstrucción de la Acrópolis. La primera en iniciarse fue el Partenón, siguió luego el de los Propileos, luego el templo de Atenea Niké, y por último el Erectión. Una vez concluidos los mismos, el aspecto de la polis era diferente a la actual, los templos ya no estaban aislados, sino que pasaron a estar insertos en un conjunto armonioso ornado con un sin fin de estatuas de bronce o piedra, siendo la más importante aquella de Atenea Promaco, obra del propio Fidias. 

El Partenón se caracteriza por su imagen de perfección, exactitud que proviene del estilo dórico con algunos toques jónicos. Es considerado el edificio cumbre dentro del proyecto de Pericles, levantado sobre otro templo, cuya firmeza data de las  guerras medicas, el Hecatompedón, del cual además, se aprovecharon algunos materiales.



El templo tiene una proporción clásica de ocho columnas en su parte más estrecha y 17 (es decir el doble más uno) en su lado más largo. Concebido en un recinto de mármol con cimientos de caliza. Cada columna mide 10,43 metrosde altura. Por su parte, sobre una base de tres escalones, las columnas sostenían un entablamento sobre el que se asentaba el friso de triglifos y metopas. En la parte frontal del templo aparecen los frontones, bajo cada uno de ellos hay 14 metopas. 

Esta obra arquitectónica se caracterizaba aun más por su unidad y equilibrio, basado fundamentalmente en sus cuidadas proporciones fijadas a partir de un módulo inicial tomando el diámetro de la parte inferior de la columna, 1,10 metros, pero los arquitectos, como en otros templos griegos también, introdujeron una pequeña variación para lograr un efecto óptico de sorprendente liviandad. Las columnas, con una ligera circunvolución en su parte central, no están verticales, se inclinan cada vez más hacia su interior y las cuatro angulares son cada vez más gruesas. Todas ellas se elevan, además, sobre un basamento que no es horizontal, sino que tiene una ligera curvatura que termina en el centro de los laterales.


Tradicionalmente se ha atribuido la decoración escultórica del Partenón a Fidias, aunque es difícil de precisar que parte de su trabajo es obra de su taller. Se supone que se ocupó de realizar los moldes de yeso o en arcilla que más tarde sus ayudantes pasaban al mármol. El frontón occidental representaba la contienda de Atenea y Poseidón por el patronato de Atenas: la diosa hizo brotar del suelo de la Acrópolis el olivo y el dios el caballo. Venció la diosa, porque, según los atenienses, el árbol proporciona más riqueza que el animal.


El frontón oriental ilustraba el nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus. En las metopas, un total de 92 cuadros de metro y medio de altura en altorrelieve, se representaron la gigantomaquia (lucha entre los diosos y los titanes), en el lado este la centaurmaquia (contienda de los lapitas con los centauros), en el sur la amazonomaquia (batalla contra las amazonas y los bárbaros de la guerra de Troya), en el lado occidental Las metopas del lado norte, probablemente dedicadas a destrucción de Troya están practicamente perdidas. 







El friso, que recorría el interior de la celia, representaba el tema de la procesión de las Panateneas,festividad que se celebraba cada cuatro años en honor a la diosa. Estos relieves estaban situados a considerable altura, por lo que la parte superior se hizo un poco más profunda que la inferior (unos 5 cm) y se inclinó hacia afuera, para evitar que el observador perdiera detalles debido al reflejo de la luz. Todas las figuras estaban pintadas con vivos colores, pero la policromía se ha perdido. Se conoce la ubicación de estos grupos escultóricos gracias a los dibujos del pintor francés Carré, que en 1674 formaba parte del séquito del embajador de Luis XIV en la corte turca. 

El conjunto ha llegado  en muy malas condiciones hasta nuestros días porque albergó en su interior un polvorín, y en 1687 una granada lanzada por los venecianos durante el sitio de Atenas lo dañó gravemente. A principio del siglo XIX se arrancaron la mayor parte de los relieves (que fueron vendidos al Museo Británico), algunos restos de esculturas se conservan en el Louvre, Copenhague y Atenas.

El Partenón resultó seriamente dañado por un terremoto en 1894, el arquitecto Balanos trató de reconstruirlo a principios del siglo XX por el principio de la anastilosis, un tipo de intervención, consistente en recuperar los fragmentos y tratar de restituirlos al lugar que ocupaban originalmente. Lamentablemente en esa reconstrucción se realizaron gravísimos errores. En los últimos tiempos, el edificio sufre un peligroso deterioro por el turismo masivo y la contaminación. 





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